La Teta, el Amor y la Culpa.

 

La lactancia materna es una de esas espinitas que una vez clavada, se me ha hecho muy difícil de sacar y este post no es más que un intento por superar una etapa que no puede ser revivida. Como quien va escondiendo la basura bajo la alfombra, sabiendo siempre que está ahí. Es la necesidad imperiosa de soltar la frustración de lo que no puede ser cambiado y aceptar. Así que, aquí va…

Mi primer embarazo fue un tanto atropellado. Era muy joven e inexperta y no existía Google. Amamanté a mi bebé durante 3 meses, pero siempre parecía quedar hambriento, así que complementaba con un biberón. Me dijeron mil cosas, que no producía suficiente leche, que era de familia, que eso pasa cuando no te lo pegas de inmediato, que le dieron biberón en la clínica y muchas cosas más, con las que me quedé, básicamente por mi inexperiencia y porque no sabía donde buscar información.

20 años más tarde la vida me dio una nueva oportunidad y esta vez iba a hacer todo lo que estaba en mis manos para que las cosas salieran bien (al menos ese era mi deseo). Fueron 9 meses maravillosos de preparación en los que todo fluyó de manera perfecta, a pesar de mi edad (ya tenía 40 años) y del stress del trabajo al que estaba sometida a diario. A modo de anécdota y para que entiendan el nivel de presión (al que yo misma me sometí) el día antes de dar a luz me quedé hasta casi la 1am terminando el trabajo que uno de mis clientes iría a buscar a la clínica cuando fuera a visitar a la bebé. Me había convertido en una work-a-holic justo cuando menos debía (la verdad creo que siempre lo fui y lo sigo siendo).

Pero volviendo a lo que nos compete, ya unos días antes de dar a luz noté que mis pechos estaban súper cargados y luego de la ducha me goteaban ligeramente. Estaba realmente feliz, de un primer intento en el que me convencí de que no producía suficiente leche, todo parecía indicar que esta vez las cosas marcharían de maravilla.

Mi hija había nacido por cesárea, así que el apego precoz no fue posible, sin embargo me la puse al pecho tan pronto como pude. Las enfermeras me recomendaron 15 minutos en cada pecho. El pediatra 5 minutos. Yo la dejé allí todo el tiempo que quiso. No quería separarla de mi. Había esperado 20 años por ese momento. Pero como diría María, de la película “El Libro de la Vida” (si no la han visto se las recomiendo):¿de verdad pensaste que sería tan fácil?”

A los pocos días el dolor comenzó, estaba viviendo uno de los más grandes mitos de la lactancia materna (todos estos días he tenido que leer la misma frase abofeteándome una y otra vez “amamantar no duele y si duele algo estás haciendo mal”).

Yo debo haberlo hecho todo mal, porque poco a poco mis pezones comenzaron a descamarse y a sangrar. A pesar de eso aguanté. Estaba cansada, adolorida y muy deprimida. Sentía que no había sido capaz de alimentar a mi primer hijo y que no podía tampoco con la segunda. La vitamina E, las cremas especiales y mi propia leche me ayudaron mucho, pero no tenia tiempo de recuperarme por completo y con cada toma los pezones volvían a empeorar. En esta oportunidad la poca producción de leche no era problema… chorreaba leche a toda hora, no tengo ropa que no se haya manchado.

La estaba pasando mal. Quería amamantar pero el dolor se me hacía insoportable, hasta que por fin, un día, mi marido llegó a casa con unos protectores de pezón. ¡Santo remedio! podía amamantar a mi bebe y el dolor se redujo bastante. Lo que nunca tomé en cuenta es que ya la succión no era la misma, lo que supongo me provocó una terrible mastitis llegando ya al 3er mes. Fue así como el dolor, la fiebre, el cansancio y la tristeza me vencieron.

En medio de todo esto, seguía reinando el stress del trabajo. Nunca dejé de trabajar. Planeamos todo para que yo me quedara trabajando desde casa y poder así atender a la bebé, pero la verdad es que no estaba atendiendo a nadie. Creo que nunca había trabajado tanto desde que salí embarazada.

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Recientemente me he topado con esta gráfica una y otra vez. Es una gráfica muy completa que habla sobre mitos y beneficios de la lactancia materna, así como datos de los productos farmacéuticos más vendidos, sin embargo yo no podía ver otra cosa que no fuera el primero de los mitos. ¿Cómo me van a decir que la lactancia no duele? Sabía que tenía que escribir este post porque detrás de toda esa rabia había una lección que aprender y algo que soltar.

La maternidad, en todo su contexto, más allá de todos los romanticismos idílicos, es un desafío. Un desafío que estamos preparadas para asumir. Pero debemos saber cuándo pedir ayuda, cuándo decir que no, cuándo seguir intentando y cuándo soltar.

Hoy en día estoy convencida que los primeros meses deben dedicarse en exclusiva al bebé, es necesario regalarse ese tiempo, a tu hijo y a ti. El stress es uno de nuestro peores enemigos. Por otro lado, la asesoría de una consultora de lactancia es fundamental. Tanto la falta como el exceso de información es fatal y poder contar con alguien experimentado que sea capaz de orientarnos puede ser la clave del éxito.

Es por ello que he dedicado algo de tiempo a hacer el trabajo que debí haber hecho antes de dar a luz. Sin embargo y como dice mi queridísima Valentina Castillo, que además de ser mi prima es consejera de lactancia titulada por la UNICEF, ésta es mi manera de sanar la culpa y la frustración del pasado, permitiendo que toda la información que no tuve llegue a la mayor cantidad de mamás que sea posible.

Les comparto este formulario de preguntas y respuestas, escrito con mucho amor a cuatro manos. Espero que les sea de gran utilidad y les sirva para “pasarla teta” con sus peques!

P. –¿Cómo te definirías o autodenominarías?

R. -Soy una persona en continuo aprendizaje. Consejera de Lactancia Titulada por la UNICEF, facilitadora de nacimiento y más recientemente dirijo un grupo de meditación.

P. –¿Tuviste 2 hijos muy seguidos, eso afectó de alguna manera tu experiencia con relación a la Lactancia Materna?

R. -La Lactancia Materna para mi, ese primer encuentro con mi bebé, ocurrió desde el total desconocimiento. Fue una experiencia muy dura y muy fuerte, básicamente porque la información era muy escasa, aún contando con una unidad de lactancia. Lo único que sabía era que la leche materna era lo ideal para el bebé y que debía amamantar, pero nunca me hablaron de las sensaciones y de las cosas que podían ocurrir. Eso se tradujo en 2 meses de mucho dolor y mucho llanto. Tenía la sensación de que mi hijo podía percibir mi sufrimiento, porque cada vez que él se pegaba a mi pecho, yo lloraba profundamente de dolor. Todo cambió cuando, un día, una persona me explicó que el bebé tenía mal agarre. Fue así como, con los pezones adoloridos y muy rotos finalmente pude lograr esa lactancia realmente efectiva, donde él se alimentaba bien y lograba quedar satisfecho, reduciendo así la cantidad de tomas. A partir de ahí el mundo cambió para mi. La Lactancia pasó de ser una experiencia profundamente dolorosa  a ser maravillosamente placentera. Comencé a disfrutarla y a promoverla de la misma manera que me la enseñaron a mi, así, sin pensarlo, me estaría convirtiendo en lo que es hoy mi propósito de vida. Posteriormente, al año nace mi segunda hija. Si bien es cierto que los tuve muy seguidos eso no afectó en nada mi experiencia, al contrario, siento que pude recibirla con el conocimiento y la confianza que ya había adquirido y adicionalmente pude disfrutar de 3 años maravillosos de lactancia continua.

P. –¿Cuando hablas de mal agarre , es algo que se puede explicar fácilmente a distancia o recomiendas el acompañamiento de una consejera de lactancia?

R. -Yo creo que uno tiene que buscar siempre la información de primera mano. Mientras mejor preparada esté una mamá, más satisfactoria será la experiencia. La información va descartando ciertos factores como el stress y la desconfianza, sin embargo, sabemos que estamos continuamente bombardeados por información que a veces solo tiende a confundir, por lo que el apoyo de una persona preparada es fundamental, no solo para guiar en cuanto a técnica sino para apoyar emocionalmente, porque sabemos que las hormonas ejercen un efecto importante. Es fundamental que la madre sea escuchada en sus dudas y sentires. Muchas veces dentro del mismo núcleo familiar, hay diversas formas de ver y enfrentar el post-parto, lo que tiende a generar información cruzada que lejos de ayudar genera dudas y desconfianza en la madre. Por mi propia experiencia y la que he vivido a traves del acompañamiento de otras madres, podemos llegar a experimentar una sensación de desolación y soledad profunda, debido al miedo natural de enfrenar cosas nuevas y desconocidas. Es por ellos que la preparación previa es fundamental.

P. –¿Qué es lo primero que le dices a una mamá que está por dar a luz?

R. -Lo primero que le digo es que sea consecuente con sus deseos, porque también entiendo que aquí entran otros factores, otras vivencias, creencias e información previa. Yo siempre voy a ser defensora y voy a recomendar eternamente la lactancia materna, porque a pesar de haber tenido una experiencia sumamente dolorosa, sé también que puede superarse, una vez logras reconciliarte con tu cuerpo y ponerlo a trabajar en función del amor más grande. Pude disfrutar y pude entender qué es una lactancia eficaz y feliz, donde se nutren tanto la madre como su hijo. Sin embargo, es importante reconocer que hay que acompañar a la mujer, hay que saber escucharla. El fracaso de la lactancia viene dado por dos factores. Uno, la impaciencia; que se desprende de ese factor tiempo, porque, al principio son 45 minutos en cada seno, al agotamiento y por supuesto una técnica que lejos de producir placer, produce dolor. Y la lactancia puede ser dolorosa, es lo primero que se le debe decir a una madre. Es dolorosa cuando no tenemos una buena postura, un buen agarre y por esa misma razón el bebé no está siendo alimentado de manera adecuada, entonces, tanto el bebé como la madre van abandonando. Lógicamente cuando una madre se enfrenta  a una experiencia tan dolorosa y poco grata que la hace desconfiar hasta de su propio cuerpo y adicionalmente, recibe información que lejos de ayudar termina de lapidar y enterrar la experiencia como el bendito “no tienes suficiente leche” o “tu leche no lo satisface, no es de buena calidad” entonces es cuando se genera esa desconfianza. sabemos que esa producción hormonal necesaria para que haya el reflejo de salida y producción de la leche van desapareciendo porque le vamos dando cabida a hormonas relacionadas con el estrés , con la percepción y la vivencia del dolor y es ahí cuando abandonamos y experimentamos esa sensación de fracaso. Al dejar entrar la desconfianza y no tener el apoyo de una persona guía, sumado a la falta de paciencia, a querer acelerar el tiempo del bebé, olvidándonos del ahora. La lactancia se nutre de factores fundamentales como son, la confianza, la seguridad y la paciencia.

P. –¿Consideras que hay factores genéticos, como tipo de piel, que predisponen a una mala experiencia de lactancia o es solo un problema de técnica?

R. -Si, es la técnica. La piel del pezón es muy delicada, entonces, cuando el bebé succiona del pezón, nos garantizamos una experiencia dolorosa. Si el bebé desde el comienzo se prende del pezón, inmediatamente comienza a romper. El bebe debe prenderse de la areola. Es así como puede extraer la mayor cantidad de leche y en consecuencia sus niveles de saciedad son óptimos y la experiencia comienza a ser placentera.

Ninguna experiencia dolorosa en una relación de 2 donde hay un vínculo afectivo puede ser satisfactoria. Ese “no importa, te quiero, eres mi hijo y te tengo que alimentar” ya en sí la frase “te tengo que” y “me duele pero no importa”sustituye el vínculo que debería ser de amor por uno de victimización y sufrimiento.

En el caso de una madre que tiene los pezones muy rotos, se recomienda enseñar otras técnicas de extracción, mientras sana el tejido de los pezones, que es sumamente noble y se recupera muy rápido, para luego iniciar con el patrón de agarre adecuado y en paralelo se van trabajando los niveles de confianza, el agotamiento y la depresión natural que ocurre durante el post-parto.

P. –¿El uso de tetinas, pezoneras, chupones y otros artilugios puede afectar?

R. -Por pérdida de referencia del patrón de succión no porque el bebé sigue haciendo su trabajo para poder extraer la leche, pero imagínate que te ofrezco tu plato favorito pero debes comerlo a través de un envo-plast.. es más o menos lo que ocurre con el bebé, que pierde el patrón olfativo que lo invitaba y lo motivaba a estar allí. Yo en lo personal no recomiendo la pezonera. En algún momento la usé para que el bebé no tuviera contacto con la piel dañada, pero eso no minimizó el dolor ni la sensación de que las cosas no estaban siguiendo el curso natural. Adicionalmente, si tengo el pezón roto, esa pezonera concentra niveles de humedad que no favorecen la cicatrización.

P. –¿Qué factores consideras fundamentales para lograr una lactancia materna exitosa?

R. -Previsión, confianza, educación, paciencia y el apoyo de una persona con experiencia en el tema.

P. -Qué le dirias a esas mamás que querían amamantar a sus bebés y que por una u otra razón no tuvieron éxito y sienten frustración y culpa?

R. -La vida siempre tiene muchas maneras de compensar. Lo que no pasó no pasó. Abandonar y soltar el pasado y centrarse en el ahora y en esa maravillosa bendición que es un hijo.

La culpa y la frustración no nos sirven para nada y terminan convirtiéndose en pequeñas prisiones que es necesario sanar y para sanar es necesario comprender y trascender. Puedes leer el estudio que hice sobre las posibles causas de la dificultad para amamantar en mi familia y la relación con nuestro árbol genealógico aquí 

 

 

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